La salsa de soja tiene un sabor muy particular, fácilmente reconocible y muy sencilla de combinar con diferentes alimentos. Cada vez es más común encontrarla en los establecimientos a los que vamos a comer o cenar, ya sea de comida asiática u occidental ya que se ha convertido en uno de los condimentos más famosos del mundo.
La salsa de soja es una salsa que se consigue mediante la fermentación de granos de soja y trigo tostado partido con un hongo llamado Aspergillus oryzae, agua y sal. Es uno de los alimentos más consumidos en Japón, aunque su origen no está en la isla nipona, sino en la región de Cantón en China, pero gracias a la expansión del budismo y la búsqueda de alternativas alimenticias vegetarianas, la salsa de soja se expandió rápidamente por la isla vecina convirtiéndose en un indispensable de su gastronomía tradicional.
De hecho, la gran mayoría de marcas y variedades de salsa de soja que se consumen en el mundo son de origen japonés, no chino, ya que es muy común en este país utilizarla como sustituto de la sal y está presente en todas las comidas.
Al ser un producto derivado de la soja, este tipo de salsa tiene muchas propiedades beneficiosas para la salud, que enumeramos a continuación, aunque no hay que abusar de ella ya que tiene una alta concentración de sal.
Una de las propiedades de la salsa de soja es que es antioxidante, o lo que es lo mismo, aporta un escudo ante la oxidación de las células, previniendo numerosas enfermedades, desde cáncer a problemas circulatorios. Un estudio reciente de la Universidad de Singapur establece que la salsa de soja puede ser incluso mejor antioxidante que el vino tinto y que la naranja, y recomienda aliñar nuestras verduras entre dos y tres veces por semana con esta salsa.
La proteína de la soja es buena para mejorar el nivel del colesterol. Además, gracias a su poder antioxidante, reduce el riesgo de padecer ataques cardiovasculares, previene el ataque de los radicales libres y ayuda a prevenir la obesidad, el estrés, la hipertensión o la diabetes. Evidentemente, la salsa de soja no es milagrosa, pero pone su granito de arena si además llevamos una vida sana y poco sedentaria.
Gracias a las isoflavonas, otra de las propiedades de la salsa de soja es que contribuye a mantener una buena salud ósea, al ayudar en la retención del calcio en los huesos. No obstante, el calcio deberemos adquirirlo a través de otros alimentos como los productos derivados de la leche aunque no son exclusivos, pues los espárragos, las espinacas o la borraja también son ricos en calcio, así como las sardinas, el salmón y el marisco.
Aliñar la comida con salsa de soja ayuda a reducir su aporte calórico. La ventaja de la salsa de soja es que, al tener un sabor muy concentrado, con aplicar una simple cucharada nuestras comidas con salsa de soja quedarán perfectamente aliñadas.
Entre las muchas ventajas de este alimento de origen asiático encontramos su baja concentración de calorías que la convierten en un producto muy recomendable a la hora de ponernos a dieta, pues sirve como sustituto perfecto para la sal, la cual siempre tiende a la retención de líquidos, así como para el aceite, y además le da mucho sabor a nuestros productos con verduras.
Las salsas de soja tradicionales se consiguen con un proceso de fermentación que potencia los muchos beneficios de esta semilla, pero en la producción occidental, este proceso se sustituye por el de hidrólisis y le resta muchas de sus ventajas. Además, en los cultivos de soja se suelen utilizar muchos pesticidas que si no se limpian bien pueden acabar en nuestro organismo. Lo mejor es evitar la salsa de soja durante el embarazo, pero si te entra el antojo asegúrate de que se haya hecho según un proceso tradicional y provenga de cultivos ecológicos sin pesticidas.